430 % más fallecimientos de los estimados por el gobierno, y más de dos veces el escenario catastrófico que había establecido el zar del coronavirus, advierten especialistas
La estrategia contra la pandemia por Covid-19 fracasó. Pueden decir las autoridades lo que deseen, seria o frívolamente, pero lo que no pueden es ocultar la realidad, aseguró el periodista Raymundo Rivapalacio en su columna “Estrictamente personal” en el periódico El Financiero.
El columnista narra que la pregunta sobre cómo había funcionado el plan diseñado por el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, fue planteada el miércoles pasado en el programa Tercer Grado por Leopoldo Gómez, conductor-moderador, donde respondieron los panelistas, con diferentes enfoques y razones, que no había funcionado.
La estrategia de López-Gatell tuvo fallas importantes. Como botones de muestra, sin orden jerárquico, se pueden mencionar:
- 1.- El mensaje. López-Gatell ganó rápidamente la confianza de la gente por sus explicaciones claras y precisas. Sin embargo, por presiones de López Obrador o futurismo personal, incorporó posiciones políticas, algunas de ellas ridículas y acientíficas, que lo fueron desacreditando.
- 2. Instrucciones equivocadas. Ser un epidemiólogo con credenciales académicas sobresalientes no hacen a López-Gatell un experto para enfrentar pandemias, que requiere de entrenamiento adicional. Por esa falta de adiestramiento –que no tiene que ver con su conocimiento clínico–, fracasó durante la pandemia del A/H1N1 en 2009, y fue despedido.
- 3.- Diagnósticos mentirosos. Durante meses, su argumento para justificar que las proyecciones sobre estimados de contagios y fallecimientos no resultaran como lo había dicho, era el “desastre” que le habían dejado gobiernos anteriores y que no habían atendido casos como el de la diabetes y la hipertensión, que, aseguraba, eran las comorbilidades que aceleraban la pandemia en México.
- 5.- Una centralización descentralizada. Las recomendaciones internacionales siempre dictaron que, para que la estrategia fuera adecuada, tendría que ser centralizada y con el líder del país encabezando los esfuerzos. López Obrador no lo hizo y dejó que el subsecretario fuera la voz y el fusible.