Haití fue el primer Estado independiente de América Latina, al vencer en 1804 al imperio francés comandado por el mismísimo Napoleón Bonaparte. No obstante, y fiel a su costumbre ancestral, los Estados Unidos, al mando presidencial de Thomas Jefferson, negaron la independencia de este país, lo que trajo varios conflictos políticos y sociales.
Además, la economía haitiana vino en decadencia, por lo que el nuevo gobierno pidió créditos a bancos franceses, lo cual hundió más su patrimonio nacional.
Hoy en día, Haití es una de las economías más pobres de su zona, pues gracias a las dictaduras de los Duvalier, según el Banco Mundial, la economía haitiana cayó a un ritmo medio de 0.2 por ciento por año durante la década de los 80, y se encogió un 0.4 por ciento más por año durante los 90.
El miércoles de la semana pasada, la isla del Caribe fue escenario del asesinato de su presidente, Jovenel Moïse, a manos de un grupo de individuos que asaltó de madrugada su residencia privada en el barrio de Pelerin de Puerto Príncipe y le mató a tiros.
Desde octubre de 2020, alrededor de 30 partidos políticos de oposición en Haití abogaban por establecer un Gobierno de transición, así como el establecimiento de una administración que siente las bases del nuevo país.
En un comunicado emitido por las organizaciones se afirmó entonces que “el objetivo final es reconstruir los cimientos del Estado para iniciar el desarrollo del país mediante una buena gobernanza”.
Y es que la presidencia de Moïse debía terminar el pasado 7 de febrero, cuando se cumplían los cinco años del fin del gobierno de Martelly en 2016, sin embargo, el mandatario aseguró que debía gobernar un año más porque no tomó posesión hasta el 7 de febrero de 2017.
En tanto la inseguridad, el hambre, la pobreza, la violencia y la inestabilidad política, marcaron al gobierno de Moïse, quien jamás presentó soluciones y menos pensó en dimitir, incluso ni siquiera por las acusaciones de corrupción por haber malversado al menos 3 mil 800 millones de dólares en ayudas de PetroCaribe, un programa de asistencia petrolera.
En septiembre, Haití celebrará elecciones presidenciales y Moïse proponía celebrar el mismo día un referéndum para renovar la Constitución; esto pudo haber sido uno de los factores de mayor hartazgo social, debido a que en Haití no existía el apoyo de dicha iniciativa.
Francois Papa Doc Duvalier llegó a la presidencia de Haití en 1957; su mandato debía durar seis años pero terminó hasta 1971 cuando su hijo, Jean-Claude Duvalier se convirtió en su sucesor: el gobernante más joven de occidente a sus 19 años, gracias a que se modificó la Constitución, pues antes sólo se podía aspirar a la presidencia siendo mayor de 40 años. Su dictadura duró tres décadas y fue sangrienta para los haitianos… Quizá por eso los caribeños no son partidarios de los cambios a la Carta Magna, menos viniendo de hombres que se rehúsan a dejar el poder.
Según el propio Moïse, desde noviembre del año pasado ya existía una conspiración para acabar con su vida, por la que incluso hubo 23 detenidos, varios políticos opositores y el juez de la Corte Suprema Yvickel Dabrézil, quien era impulsado para ser presidente interino en caso de que ausencia en el la rectoría del Estado.
Haití ha sufrido terremotos, inundaciones, catástrofes naturales y dictaduras políticas que hacen parecer, los caribeños sufren una extraña maldición por haber sido el primer país en independizarse de toda América Latina y el Caribe. La inestabilidad que causa un magnicidio es preocupante, pero lo sucedido es señal de una sociedad harta de su historia… Cuando en 1986 los haitianos derrocaron a Baby Doc Duvalier, desenterraron el cadáver de su padre y lo molieron a golpes, de ese tamaño es el hartazgo social en la Isla.