“Nueve años después, todavía me estoy recuperando de una sola bala. El pueblo de Afganistán ha recibido millones de balas durante las últimas cuatro décadas. Mi corazón se rompe por aquellos cuyos nombres olvidaremos o ni siquiera conoceremos, cuyos gritos de ayuda quedarán sin respuesta”, relató Malala Yousafzai, una mujer que a sus 17 años, recibió el premio Nobel de la Paz.
Malala es activista por el derecho a la educación de mujeres pakistaníes, el 9 de octubre de 2012, eso la hizo acreedora a un atentado contra su vida, en el cual recibió un disparo en la cara que a la fecha, sigue dejando secuelas.
“Hace dos semanas, mientras las tropas estadounidenses se retiraban de Afganistán y los talibanes ganaban el control, yo estaba acostada en una cama de hospital en Boston, siendo sometida a mi sexta cirugía, mientras los médicos continuaban reparando el daño de los talibanes en mi cuerpo”, detalló.
En octubre de 2012, un miembro de los talibanes paquistaníes abordó su autobús escolar y le disparó una bala en la sien izquierda. La bala rozó su ojo izquierdo, cráneo y cerebro lacerando un nervio facial, destrozando el tímpano y rompiendo las articulaciones de su mandíbula.
“Cuando los talibanes me dispararon, los periodistas de Pakistán y algunos medios de comunicación internacionales ya sabían mi nombre. Sabían que había estado hablando en contra de la prohibición de los extremistas sobre la educación de las niñas durante años. Informaron sobre el ataque y personas de todo el mundo respondieron. Pero podría haber sido diferente. Mi historia podría haber terminado en una noticia local: ‘Un tiro en la cabeza de 15 años'”, apuntó.
Asimismo, aseguró que sin la multitud de personas con carteles que tenían su nombre y foto, es posible que no hubiera recibido la atención médida que le salvó la vida.
“Sin la multitud de personas con carteles de ‘Soy Malala’, sin miles de cartas y ofrecimientos de apoyo, oraciones e historias noticiosas, es posible que no hubiera recibido atención médica. Ciertamente, mis padres no habrían podido cubrir los costos por sí mismos. Puede que no haya sobrevivido”, dijo.
“Las heridas de mi reciente cirugía están frescas. En mi espalda, todavía llevo la cicatriz donde los médicos sacaron la bala de mi cuerpo”, terminó.