Confusión educativa

confusión educativa

Javier Risco

En tres semanas otra vez estaremos en medio de la incertidumbre escolar. Maestros que no se han podido comunicar al número que ha otorgado la Secretaría de Educación Pública para dudas; padres de familia que tienen tres hijos, una televisión y a nadie para encargarlos mientras tienen que regresar a su oficina; alumnos que no reciben ninguna retroalimentación y que deben prender ahora la televisión para empezar este curso, tal vez estos los más perdidos en esta coyuntura, y, por último, autoridades escolares que han llegado a este 24 de agosto rodeados de improvisación. Ayer, el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, anunció que iniciarán nuevo curso escolar el lunes 24 de agosto, de manera remota, porque no será hasta que lleguemos al semáforo verde que podrán regresar los millones de estudiantes de manera presencial. También se anunció que todas las tardes habrá una conferencia para informar los avances del regreso a clases y digamos que ayer, la primera de estas conferencias, no sirvió para mucho, sólo para reafirmar que hasta el momento hay más dudas que certezas. La reportera de Animal Político Nayeli Roldán asistió a esta conferencia y la resumía muy bien en menos de 200 caracteres: “Preguntan a Moctezuma ¿cuánto costará el convenio con televisoras? Jesús Ramírez tiene el dato, contesta. ¿Qué pasará con las madres trabajadoras? Vamos a revisarlo. ‘Los maestros no tienen información’, le dicen al secretario; él contesta ‘para eso están los teléfonos’. No pssss guau”. Ahí un resumen de esta primera conferencia. También se le cuestionó sobre los resultados que habían tenido de la experiencia al finalizar el curso anterior del programa “aprende en casa”; contestan que se responderá esa pregunta en otra ocasión.

Ayer, el especialista en temas educativos Marco Fernández hizo 13 preguntas fundamentales sobre la estrategia de regreso basada en el uso de la televisión y la radio, de todas urgen respuestas claras; sin embargo, hay tres que deben contestarse a la brevedad: 1) ¿Cómo vamos a lograr la retroalimentación de los docentes a sus alumnos que estarán obteniendo lecciones, principalmente mediante la televisión?; 2) ¿Qué estrategias van a realizar para contener el abandono escolar?; 3) En la estrategia de televisión combinada con los libros de texto, ¿cómo van a atender a los chicos con discapacidad? ¿Qué opción tienen para estos alumnos y sus papás? Necesitamos estas tres respuestas urgentes.

Cuando empezó en México la Jornada de Sana Distancia, a mediados de marzo, decíamos que nuestro país “había sido afortunado” –con todas las comillas posibles– porque nos tocaba la cola de la pandemia, ya habíamos sido testigos de lo que había ocurrido en Asia, Europa y Estados Unidos, teníamos ejemplos de qué no hacer y cómo responder por las experiencias de estos países, en materia de salud, economía y educación. Tristemente, estas tres o cuatro semanas que “ganamos” sirvieron de poco en materia educativa. Cerramos el curso escolar en la incertidumbre, la SEP dio la orden de aprobar a todos los alumnos y cada estado asumió la responsabilidad de dar por terminado el curso. No hubo una coordinación federal, ¿qué aprendimos del tropezado regreso a clases en Estados Unidos? ¿Qué errores no cometeremos? A la SEP le urgía más tener una fecha que explicar el porqué regresamos el lunes 24 y en qué condiciones. Ayer no tenían las respuestas, el reloj marca un “regreso” que pondrá en jaque a las madres y padres, y que deja a los alumnos en un limbo de evaluación y desempeño. ¿Cuánto le costará a la niñez mexicana la improvisación de las autoridades en estos tiempos de pandemia? La respuesta la tendremos muy pronto.

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