Monografías, reliquias que aún se utilizan en las aulas digitales

Las monografías y biografías, coinciden pedagogos, siguen siendo indispensable en el aprendizaje de las nuevas generaciones de estudiantes.

Sencillas y baratas

A poco más de un siglo de la aparición de las monografías, estas siguen siendo una de las herramientas didácticas más recurridas por docentes, aun cuando las nuevas tecnologías se han vuelto indispensables en el aula y ofrecen una infinidad de fuentes de información sobre los temas que se tratan en las aulas.

Ya se han enfrentado a la llegada de la enciclopedia digital Encarta, luego el internet y ahora las redes sociales, sin un rasguño. Están más vigentes que nunca y, ante la pandemia que cerró escuelas sigue siendo un recurso didáctico, cultural y recreativo.

“La monografía sigue siendo necesaria para el escolar e importante en su aprendizaje, coadyuva con los profesores y las didácticas audiovisuales. Lo más sensato, sencillo y barato, es la monografía: sólo tres pesos. Ni un chicle cuesta tres pesos. Además, permite que el niño cumpla con sus deberes escolares y obtenga buena calificación”.

Es interesante cómo la fuerza de su permanencia, recae desde la o el profesor quien detona la venta de estos productos a través de los niños, quienes a su vez detonan las ventas en las papelerías ya que, al menos una vez a la semana, tienen la necesidad de una monografía, de un mapa, de una biografía.

Toda una historia

A la fecha, son tres las empresas que manejan la producción y distribución de monografías: Ediciones RAP, Sun Rise y Grupo BOB y son múltiples los temas y surtido que ofrecen. Todas ellas con un amplio temario.

“Las monografías, desde que las empecé a trabajar, siempre, siempre se han vendido. Hubo un tiempo que se dijo que el internet las iba a desaparecer. Pero yo estoy aquí desde 1973 y las monografías se las seguían pidiendo en las escuelas, hasta antes de la pandemia de Covid-19. Los alumnos de primaria y secundaria, todos solicitan las monografías, porque las utilizan para ilustrar sus trabajos, sus tareas, y en el internet lo que hay es pura información”.

Juan Luna, propietario de una papelería en la colonia Cuauhtémoc, CDMX.

La mente creativa detrás de las ilustraciones

Carlos Godínez es diseñador gráfico originario de Iztapalapa. Durante tres años trabajó en Ediciones Bob, empresa que, decidió no renovar el material didáctico y recortó personal. Carlos y algunos de sus compañeros del departamento de Ilustración sufrieron las consecuencias del desinterés por las monografías, sin embargo, siempre ha tenido claro que estos materiales “tienen su chiste”.

“Supe que había chamba en Ediciones Bob. Yo sabía que se dedican principalmente a las monografías y me llamó la atención, así que fui, pedí el trabajo y me lo dieron. Ahí tenía mucha libertad de explayarme y aprendí mucho de otros ilustradores. Nos pasábamos técnicas y buenos tips. En Ediciones Bob hice bastantes, luego también hice monografías para Factoría de Santos, donde ilustré a San Honesto y otras más. Incluso me contactaron de Ecuador porque les gustaba mi estilo de hacer monografías e hice varias para ellos. Las últimas que hice fueron para Netflix”.

Aunque ahora ya no trabaja para ninguna empresa especializada, recuerda con cariño su etapa como ilustrador. De hecho, cada que sus hijos necesitan cumplir con una tarea, los lleva a la papelería y les compra monografías, de preferencia las que él hizo para que conozcan su trabajo.

Comenta que cada material de este tipo tomaba de 4 a 6 días, dependiendo el tema. El proceso comenzaba con la edición de los textos con la información; se enviaba a los ilustradores, quienes realizaban el boceto para luego pasarlo a la computadora, ilustrarlo y, finalmente, darle color.

Además de divertido, era educativo para los mismos ilustradores. “Aprendíamos datos que no sabíamos o que ya no teníamos tan frescos en la memoria”.

“Las monografías son parte de la cultura mexicana. ¿Cuántos millones de cuadernos de niños de primaria y secundaria no fueron decorados con estas? No debemos dejar que se pierda la costumbre de ir, comprar tu monografía, leerla y aprender de ella. Son materiales muy bonitos y detrás de ellas está el trabajo de muchas personas y grandes artistas gráficos”.

Con información de El Sol de México, Sección Amarilla Blog, Vice.

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