Javier

Autor: HécJavier Risco

La tercera no fue la vencida. Javier Sicilia lleva tres cartas abiertas al presidente Andrés Manuel López Obrador. Ayer, el Ejecutivo, por tercera ocasión, acusó de recibo y dijo que no tiene tiempo para él. Javier, el poeta, lo ha tratado de convencer, que cambie la estrategia de seguridad, que un año después no estamos igual… estamos peor. Ningún argumento es válido.

Sicilia parte de una premisa en la que es irreductible: si no salimos de esta crisis humanitaria con esta cuarta transformación (4T), NO vamos a salir nunca. Lo dice porque cree en Andrés Manuel López Obrador, porque prometió poner a las víctimas en la primera fila, buscar la paz, la justicia y la verdad a través de la dignidad, de escuchar antes de actuar.

“No soy oposición, no estoy en contra del gobierno”, lo repite hasta el cansancio en cada entrevista. En cada oportunidad, Sicilia saca el pañuelo blanco, le pide a Andrés Manuel caminar juntos, sentarse juntos, planear juntos, lo dijo desde que el gobierno empezó con la transición, basta de hacer catarsis, urgía un nuevo llamado, uno que se alejara de la militarización del país.

El domingo lo escribió de manera clara y concisa: “No se trata, como dijo Jacobo Dayán, de cuántos balazos o cuántos abrazos hay que dar para detener el horror. Las dos estrategias están equivocadas. Se trata de saber cuánto Estado se necesita para construir la justicia y la paz, y eso implica políticas de Estado profundas que tú, Presidente, prometiste y no has hecho. Contra ello, te aferras a tu estrategia y pides paciencia.

Pero los ciudadanos que padecemos todos los días, desde hace años, las consecuencias de la violencia, que vemos cómo sus llamas consumen nuestra casa y destrozan a nuestras familias, te decimos que ya no hay tiempo”.

Esa es la voz de Javier Sicilia. He leído tanto desprecio, tanto descrédito contra él por cuestionar la estrategia del Presidente, que parece que a todos ellos se les olvida de dónde viene Javier. Viene de su hijo, viene de ese recuerdo antes de su asesinato. Viene de la rabia, de la búsqueda de justicia, del cuarto vacío en su casa.

Viene de los gritos contra Calderón, contra Peña Nieto. De los besos, de reconciliación. De las palabras de quienes lo acompañaron a recorrer México. Viene de ser un deshabitado. Viene de escuchar tantos lamentos, pero también tantas esperanzas.

Viene de suspiros, llantos, también de la promesa de un cambio que aún no llega. Nos hace tanta falta escucharlo, le hace tanta falta escucharlo al Presidente, que duele el desprecio, porque lo esperábamos de gobiernos anteriores, pero no de éste.

Eso es lo que cala. Poco le importa a Javier, caminará otra vez, insistirá, porque, como lo dijo, si no lo logra la 4T, no lo logrará nadie, y si nadie lo logra, nos vamos al abismo, más allá de donde estamos. Javier sigue con la esperanza de que no hay quinto malo. Seguirá insistiendo.

Recommended Posts