En México existen miles de casos de violencia vicaria, un tipo de violencia que destruye y aleja injustamente a las familias. Aquí te explicamos en qué consiste.
¿Qué es la violencia vicaria?
La violencia vicaria es aquella que un cónyuge violento con su pareja extiende sus agresiones a los hijos para seguir afectando a su víctima, aunque ya estén separados. Suele recrudecerse después de una separación o divorcio, y el agresor suele quedarse con la custodia de los hijos, quienes son alienados y sugestionados contra su madre y alejados de ella, pues no deja que su expareja los vea.
Para visibilizar esta forma de violencia contra las mujeres, el diario El Universal ha presentado los casos de víctimas de violencia vicaria, como Haideé y Ada Nely, quienes han sido separadas de sus hijos por las parejas que fueron violentas con ellas y, en el caso de Haideé, su exesposo también violenta ahora a su hijo para lastimarla: “La primera vez ocurrió el 12 de enero de 2020, en el aeropuerto, frente a la gente; un detalle menor hizo estallar a Jaime y golpeó al menor, fue ahí que las alarmas se encendieron”, narró.
En el caso de Ada Nely, tras huir de la violencia que vivía con su esposo, este se quedó con sus dos hijos pequeños: “Ayutla es un pueblo chico donde la gente se topa varias veces durante el día, pero cuando eso ocurre, su hijo y su hija, prefieren voltear para otro lado. ‘Estar sin mis hijos me mata, por eso digo si no sé si estoy mejor o peor'”.
¿Cuáles son las causas de la violencia vicaria?
Aunque también hay casos de violencia vicaria de mujeres hacia hombres, el término suele utilizarse cuando las agresiones son de parte de los hombres hacia las mujeres. Y en la mayoría de los casos, se trata de hogares en los que las mujeres sufrían violencia y violencia de género, por lo que una de sus principales causas es el machismo y la intención de dañar a la mujer. Tras la separación, esta violencia utiliza a los hijos como una forma de seguir maltratando a la persona.
Sin apoyo de las instituciones
Aunado a la desesperación por no poder a sus hijos, los procesos legales, el influyentismo y la corrupción suelen revictimizar a quienes padecen violencia vicaria. Tal ha sido el caso de Haideé (quien huyó hacia Estados Unidos para preservar su integridad), cuyo agresor es funcionario estatal, por lo que asegura que su caso ha estado plagado de irregularidades:
Explica que sus denuncias fueron desestimadas porque, de acuerdo con los funcionarios que vieron su caso, su perfil (tiene doctorado en Educación y Posición Económica) “no cumplía con el estándar de una víctima de violencia”.
El 18 de febrero de 2020 inició ante el Centro de Justicia para Mujeres la carpeta NUC-122020-02341 por el delito de violencia familiar, donde le aseguraron que la llamarían para realizar un peritaje, lo cual no sucedió.
El 8 de marzo de 2020 interpuso una nueva denuncia, esta vez por violencia familiar agravada, ante la Coordinación General de Atención a la Familia y a la Víctima (Cavid), por los golpes que recibió su hijo, y derivado de ello el agresor fue vinculado a proceso en la causa penal 530/2020. Sin embargo, en esta carpeta el peritaje psicológico que se hizo al menor se perdió por siete meses.
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En la misma situación se encuentra, Ada Nely, quien siente que la separación de su agresor no ha sido un alivio, pues no puede ver a sus hijos y, pese a que ha interpuesto cuatro demandas contra Isaías, su exesposo (por violencia familiar, por violencia familiar equiparada, por alienación parenta y por violencia de género), “está metida en un laberinto jurídico” que avanza muy lento, mientras que él mueve sus influencias a su favor, pues está relacionado con funcionarios priistas:
Ada Nely piensa que es porque Isaías mueve sus influencias porque se ostenta como el coordinador de la estructura del PRI en Ayutla “bajo las órdenes” del dirigente estatal de ese partido, Alejandro Bravo Abarca. Y sus sospechas tienen sustento, cuando él la denunció para que le diera pensión el trámite fue ágil, al grado que cada mes le descuentan 500 pesos y tiene que depositar otros mil en el juzgado.
Sólo tiene una sentencia por diez meses de prisión, pero Isaías logró que le dieran la libertad condicional y un pago de 3 mil 500 pesos por la “reparación de daños”. “Todo el tiempo que estuvimos juntos yo lo mantuve prácticamente porque no trabajaba, incluso apenas me enteré que mi papá le daba dinero para que según él también aportará a la casa”.
Apenas, Isaías solicitó al juez de control que lleva el caso, que Ada Nely no le pagara la pensión suficiente y demandó un reembolso de 74 mil 624 que fue autorizado. Pese a que Ada Nely paga la pensión por sus hijos, Isaías impide que los vea, tampoco deja de amenazarla, de hostigarla. La violencia continúa.
Con información de El Universal