“Tenemos un sistema que cobra
cada
vez más impuestos al trabajo
y subsidia el no trabajar”
Milton Friedman.
Primero, habrá que reconocer el esfuerzo de la clase empresarial en el país por intentar mantener empleos, se les ha cerrado la puerta del apoyo gubernamental y, francamente, dudo que pueda abrirse pronto. Si ese día llega, ojalá que no sea muy tarde.
Sin embargo, el esfuerzo de las cámaras patronales se quedará muy corto, es como tener un pequeño paraguas para un ciclón, cuando lo que urge a todos es un mínimo refugio.
El poco éxito que logren, supongo que lo saben, les será arrebatado por el gobierno de López y su Cuarta que estarán prestos a colgarse medallitas ajenas… Y lo peor es que el fracaso económico que viene les será, sin duda, endilgado. Me temo que vamos corriendo al precipicio, estamos a nada de un salto mortal.
Empecemos por dejar bien claro que “clase empresarial” no es lo mismo a decir plutocracia ni multimillonarios ni mucho menos la exmafia del poder.
La mayoría de las empresas en este país, unas 5 millones, son empresas micro, pequeñas y medianas con menos de 300 empleados y cuyos dueños, directivos y empleados pertenecen, más bien, a la clase media.
Muchas de las empresas que fueron exhibidas por el Gobierno de la República, en una táctica humillante y reprobable, tampoco son parte de la mafia ni de los grandes capitales, sino que son empresas que venían sufriendo desde hace tiempo por el nulo crecimiento económico y que, ante el desastre, seguramente ven la quiebra a la vuelta de la esquina.
Todos los países del mundo, casi todos, han adoptado medidas económicas urgentes para inyectar liquidez a sus generadores de riqueza, su objetivo es claro: conservar el bienestar.
Aquí, vamos al revés con un objetivo claro: queremos más pobres y menos clase media, más dependientes de los programas de gobierno y menos emprendedores independientes, por ello es que la pandemia, dicen, nos vino como anillo al dedo.
El SAT ha emprendido una estrategia que muy pronto será condenada por la comunidad internacional, no encuentro mejor manera de describirlo que, con todas sus letras, terrorismo fiscal.
No solo no hay prórroga ni condonaciones de nada, sino que a través del buzón tributario el SAT ha decidido cobrar adeudos, algunos inexistentes, y dejar a los contribuyentes sin armas para defenderse.
Mediante una notificación electrónica, el gobierno puede cobrar de manera inmediata, incluso mediante embargo o hasta cárcel, adeudos que no pueden litigarse pues los tribunales correspondientes están cerrados ante la emergencia sanitaria.
Son juicios sumarios en donde el gobierno es, al mismo tiempo, juez y parte… Así, sin una posibilidad mínima de defensa. Y si no te gusta, pues te jodes.
DE COLOFÓN
Una vez que todo regrese a la normalidad, el gobierno podría perder miles de millones de pesos cobrados a lo chino por demandas de contribuyentes, dado que estará obligado a reparar daños y perjuicios. El escenario sería desastroso para la calificación de deuda mexicana. Más claro: seremos un país bananero con bonos basura.
@LuisCardenasMX