El infierno

Autor: Javier Risco

Tapachula es un horror. La crónica escrita por Elena Reina en el diario El País es un triste recuento de realidades que nos hacen afirmar que, al menos en el tema migratoria, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha sido un fracaso monumental… perdón, un fracaso en materia humanitaria, un éxito en términos trumpianos.

Cuesta trabajo pensar que en la frontera sur existan condiciones tan miserables para los que vienen huyendo de la amenaza de muerte de una pandilla sangrienta, de un barrio en ruinas, de un crimen que les cobra por respirar.

En Tapachula no hay cárteles, pero sí hay droga por toneladas. En Tapachula no hay programas gubernamentales que alcancen, o al menos que lleguen. Pocas veces citado en la famosa mañanera, es un municipio de 320 mil habitantes que vive de la explotación laboral, de la prostitución, de plátanos caídos y de miles cuyo destino es un autobús que los regrese por donde llegaron, lo cual los llevará seguramente a la muerte, por eso siguen aquí, porque sobreviven.

El trabajo de Elena Reina es lapidario y nos regala varias fotografías que bien podrían merecer la intervención inmediata de algún órgano extranjero con varias misiones humanitarias en las calles de Tapachula; algún disco con canciones de Coldplay y U2 suplicando ayudar a decenas de miles de centroamericanos, caribeños y africanos que ven perdido el futuro; o al menos una visita obligada del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y de María Luisa Albores, secretaria de Bienestar.

“Diez minutos después de pisar México, ya se habían quedado sin medicinas, sin muda limpia, sin calzado, sin pasaporte y sin dinero. El poco orgullo que les quedaba lo perderían unos kilómetros más adelante”.

“Se fueron por el monte. Y unas horas más tarde, unos agentes de Migración las detuvieron y fueron directas a la enorme cárcel de migrantes de la frontera sur, el centro de detención Siglo XXI, en Tapachula. 24 días. Diarrea, depresión, angustia. Sus instalaciones llevan colapsadas meses, su población duplica la capacidad, después de que el presidente mexicano decidiera obedecer el mandato de Trump y levantar el muro invisible del sur. Al salir de ahí, sin más opciones que pedir el refugio en México a cambio de no ser deportados, en este municipio pobre del México miserable, nadie encuentra más trabajo que el de vender lo que sea”.

“Marbella no cree que haya un lugar más inhumano que Tapachula. El lugar por el que sería capaz de regresar a Honduras y asumir, como fuera, la amenaza de muerte de la pandilla”.

“Aquí no hay colgados de puentes, decapitados ni narcomantas. Los militares desplegados por López Obrador persiguen a los migrantes, no a los capos de la droga. Pero entre sus campos de plátano, sus hectáreas de palma africana, cacao, mango y aguacate, esta zona sigue siendo un corredor clave para la droga que México importa de Sudamérica”.

“Los señores de la droga en Tapachula no se han hecho famosos. Operan en la sombra. Muchos en esta ciudad los conocen y no se atreven a nombrarlos en voz alta. Sólo algunos, con poco que perder y con experiencia dentro del negocio del crimen organizado, pueden mencionarlos con naturalidad. Y están en la cárcel”.

“El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha expulsado en los primeros siete meses del año a 82,132 personas, las suficientes como para llenar el Estadio Azteca. Unas 22,000 más que en el mismo periodo del año pasado, cuando gobernaba Enrique Peña Nieto, del PRI, criticado por su política de mano dura frente a la inmigración”.

Algunas fotografías de un extenso trabajo que deja muy mal parado al gobierno mexicano, que nos recuerda que nuestra frontera sur, con el enorme muro de las injusticias, la precariedad y la Guardia Nacional, se ha convertido en nuestra peor cara.

Tapachula es México y es un infierno.

El trabajo completo lo puede consultar en el siguiente link: https://bit.ly/35B3mzB

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