Y la caída económica continúa

Héctor Flores Santana

En artículos anteriores, he comentado que la crisis que vive el mundo no tiene precedentes; son más de 170 países que en el 2020 tendrán una reducción del PIB. Y parecería que, en nuestro caso, no terminamos de dimensionar lo que se está perdiendo, además de lo más lamentable, que son las vidas humanas, es el tejido productivo que este país construyó a lo largo de muchas décadas.

El banco de inversión Barclays recién dio a conocer sus previsiones para la economía, confirmando una caída generalizada del PIB en prácticamente todas las economías; los desplomes más profundos se registrarán en Argentina con (-11.1%); España (-10.8%); Italia (-10.6%); Francia con el (-10.2%) y México (-8.8%). Además, estimó que en el segundo trimestre de este año se registrará una contracción histórica de -19.4%; la economía mexicana continuará hundiéndose en lo que resta del año y arrojará datos positivos hasta el segundo trimestre del 2021.

Las proyecciones de la caída del PIB para México varían entre -7.5% del Banco Mundial, -8.5% de S&P Global, la OCDE con -8.6%, Ficht Ratings– 9.1, hasta el FMI que pronostica -10.5%. Y para el año 2021, el crecimiento económico será más lento que en la mayoría de los países de la OCDE, lo que nos llevará a una situación muy difícil en la recuperación de los niveles de empleo formal, de ingreso, de comercio internacional (aún con el T-MEC), de inversiones, de la capacidad de demanda y en consecuencia del consumo y claro, de la recaudación fiscal, entre otros indicadores.

Frente a esta realidad, los gobiernos tienen el deber de anteponer el bienestar de sus ciudadanos, pero también tienen la responsabilidad de cuidar la economía y de proteger las fuentes de trabajo, es decir, las empresas.

Las crisis son procesos no deseados, extraordinarios, inesperados y de evolución incierta, que necesariamente exige la adopción inmediata de decisiones y medidas de contención.

¿Qué hacer? Creo que todos nos lo preguntamos, pues son millones de empleos los que hoy están en riesgo, si, millones, con lo que eso significa.

Y como dice el dicho, a grandes males, grandes remedios. Me parece que deberíamos de voltear a ver lo que otros países están instrumentando: rescate de empresas; esquemas financieros de reestructuras, de apoyo a la liquidez, fondos de garantía reales y accesibles; condonación de impuestos; reestablecer las cadenas productivas; esquemas de grandes compradores y pequeños vendedores, con el apoyo de la Banca de Desarrollo (porque, si no, ¿para qué está?); cero aumentos en los servicios públicos (agua, luz, combustibles); establecimiento de seguro para desempleo; subsidio a impuestos y derechos que estimulen la inversión y protejan empleos existentes; cancelación o posposición de proyectos no urgentes ni prioritarios; otorgar prioridad a la salud y a la educación; cuidar el medio ambiente; financiar por adelantado compras gubernamentales; y la lista de medidas y acciones podría ser mayor.

Todos debemos de actuar, de contribuir, pero cada quien tiene su parte de responsabilidad; algunos más en casa, otros, en la decisión de políticas públicas, que se financian con recursos públicos, es decir, con dinero que es de todos. Ojalá y no dejemos de hacer bien la tarea, pues se juegan vidas, empresas, empleos, el futuro de todos.

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