Miles de vidas en riesgo: moches y negligencia amenazan la seguridad de usuarios en la obra “faraónica” de AMLO
Una investigación exhaustiva llevada a cabo por Latinus ha sacado a la luz una situación alarmante: el Tren Maya, proyecto estrella de la administración de Andrés Manuel López Obrador, enfrenta serios riesgos de seguridad, incluyendo la posibilidad de un descarrilamiento, debido a prácticas corruptas que involucran a familiares cercanos del presidente. Este descubrimiento pone en jaque la seguridad de potencialmente cientos de miles de usuarios futuros del sistema ferroviario, al revelar cómo fueron comprometidos los estándares de calidad y seguridad de la construcción a través de sobornos y materiales de dudosa procedencia.
La investigación, presentada por el equipo del periodista Carlos Loret en Latinus bajo el título “El Clan: la red de corrupción somos nosotros”, expone cómo el Clan de los hermanos López Beltrán se benefició de la obra mediante prácticas corruptas, afectando directamente la integridad y fiabilidad del Tren Maya. Grabaciones telefónicas obtenidas por los periodistas José Manuel Martínez y Mario Gutiérrez Vega muestran a Pedro Salazar Beltrán y Amílcar Olán, respectivamente primo y amigo de los hijos del presidente, discutiendo abiertamente cómo manipularon la provisión de balasto, esencial para la estabilidad de las vías.
En una de las grabaciones, Salazar Beltrán revela: “Al laboratorio hay que pasarle su mochada cada 3 mil metros cúbicos para que autoricen. No me han dicho tampoco”, evidenciando el pago de sobornos al laboratorio encargado de verificar la calidad del balasto, crucial para prevenir descarrilamientos. La respuesta de Olán es aún más reveladora: “Para que autoricen y ya a la ver*a”. Esta conversación pone de manifiesto la preocupante indiferencia hacia la seguridad y calidad de uno de los proyectos de infraestructura más importantes del país.
“Ya cuando se descarrile el tren ya va a ser otro p*do”
Las conversaciones continúan desentrañando la profundidad de la corrupción, con Salazar Beltrán agregando: “Cada tres mil metros cúbicos, pa’su mochadita, su mochadita para que den el palomazo que todo está bien”. La despreocupación se vuelve aún más evidente cuando remata diciendo: “Ya cuando se descarrile el tren ya va a ser otro p*do”. Estas palabras no solo confirman el pago de sobornos para eludir controles de calidad, sino que también revelan un desdén total por las consecuencias potencialmente fatales de tales acciones.
Además, en otra grabación, Olán menciona explícitamente cómo se les bloqueó a otras empresas competidoras y cómo recibieron órdenes directas desde la Presidencia para asegurar el suministro del balasto “sí o sí”. “Que ya fue directamente de Presidencia que tenía yo que surtir sí o sí, a como diera lugar, para terminar el tramo de ellos”, afirma Olán, y destaca que Gonzalo López Beltrán, hijo del presidente, estuvo directamente involucrado en las instrucciones para la producción de balasto, subrayando: “Bobby es el que me metió en este desm*dre... Él va a estar ahí supervisando. Lo mandó el papá a ver eso”.
Estas revelaciones no solo ponen en duda la integridad del Tren Maya, sino que también arrojan una sombra sobre la promesa de la administración actual de erradicar la corrupción. El hecho de que familiares directos del presidente estén implicados en prácticas que comprometen la seguridad de un proyecto nacional tan significativo plantea interrogantes críticos sobre la supervisión, la transparencia y la ética en la ejecución de proyectos de infraestructura en México.
La seguridad de los futuros usuarios del Tren Maya no puede verse comprometida por intereses personales o prácticas corruptas. La administración debe responder con acciones concretas y transparentes para restaurar la confianza en el proyecto, garantizando que se cumplan los más altos estándares de calidad y seguridad, en línea con los valores de justicia y transparencia que supuestamente defiende.
