A través de la Escuela Nacional de Trabajo Social, la UNAM ofrece ayuda a huérfanos de la pandemia

Pedro Daniel Martínez Sierra, director de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), mencionó que los niños, niñas y adolescentes son quienes están pagando y pagarán el precio más alto de la pandemia al enfrentar la muerte de familiares o de uno o ambos padres.

De acuerdo con datos de la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), se calcula que de las 216 mil muertes por la COVID-19, ocurridas hasta inicios de mayo de 2021, 42 por ciento corresponde a padres o madres de familia.

“Los niños que pierden a sus cuidadores primarios tienen mayor riesgo de sufrir problemas de salud mental, violencia física, emocional o sexual, y no sólo se vuelven víctimas de la violencia, sino también en generadores de la misma. Estas experiencias adversas aumentan riesgos vinculados con suicidios, embarazo adolescente, enfermedades infecciosas y otros”, abundó Martínez Sierra.

Asimismo, se vulneran otros derechos, por ejemplo, a la vivienda, pues los pequeños y jóvenes comienzan a incorporarse a actividades laborales degradantes apuntó el investigador universitario.

Para ayudarles, añadió, los trabajadores sociales son clave para iniciar a tomar decisiones; están en la primera línea de atención cuando las personas enferman y los familiares pueden acercarse a ellos y preguntar cómo enfrentar el problema con los pequeños.

Igualmente, la Universidad ofrece por medio de sus redes social ese instalaciones apoyo a la gente que necesita enfrentar el duelo o que tiene dudas acerca de cómo hablar con los niños sobre este tema, mencionó Serena Eréndira Serrano Oswald, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM).

En el caso de México, entre el 1 de marzo de 2020 y el 30 de abril de 2021, 32 niños se quedaron sin ambos tutores, más de 33 mil perdieron a su madre, y 97 mil a su padre. A esto se suma que 9,807 padecieron la pérdida de alguno de sus abuelos, que suelen ser quienes los atienden cuando sus padres no están (cuidadores secundarios, les llaman).

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