¡Ya, weyes, démonos cuenta!

demonos cuenta

Salvador Camarena

La Organización Mundial de la Salud dio a México el segundo espaldarazo claro por la forma en que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha decidido enfrentar las primeras semanas de la crisis por el Covid-19.

En una entrevista con El País, los representantes en México de la máxima autoridad mundial en salud establecieron que nuestro país, de la mano del subsecretario Hugo López-Gatell, ha hecho la tarea en materia de prevención y primera respuesta al coronavirus.

Tal información debería hacernos dar un paso atrás como sociedad para atender lo que estamos leyendo. A pesar de nuestra desconfianza bien alimentada en todo gobierno; y a pesar de la polémica actuación personal del Presidente en esta crisis, las autoridades internacionales palomean lo que la administración López Obrador ha hecho desde enero.

Los médicos del mundo algo sabrán con respecto a evaluar modos de enfrentar pandemias, que la mayoría de nosotros no. Punto para el gobierno de AMLO, punto para López-Gatell.

Esa información publicada por El País tendría que ser leída como un bono de confianza en una apuesta que, si sale bien, nos hace ganadores a todos. El sábado, día de la publicación, debimos haber soltado un pequeño suspiro de alivio. Pero como estábamos entretenidos en descalificarnos, pues seguimos en el deporte nacional: polarización onanista.

Dejemos de lado el par de resbalones mediáticos de López-Gatell. Si esos fueran, a final de cuentas, los yerros mayores del subsecretario de Salud que ha de sacarnos de la crisis al menor costo posible, resultarán episodios inocuos.

Porque el gobierno federal ha insistido en que llegarán los tiempos para nuevas medidas, con restricciones de todo tipo, y malas noticias por igual. Es decir, lo que la OMS ha reconocido es un sistema de detección y monitoreo de posibles casos de Covid-19 –llamado Centinela– y la preparación del país rumbo a próximas etapas.

“Hay cosas que se están haciendo correctamente, pero eso no significa que todo va a salir bien”, advierten los entrevistados de la OMS. Lo dicen porque también hay desconocimiento sobre cómo, dónde y en contra de quiénes se presentará el escalamiento de casos en su fase crítica.

Ese es el reto de López-Gatell. Que cuando llegue lo peor, el gobierno que lidera en esta materia deberá estar a la altura de lo que, en palabras de la OMS, será crucial: “(México) tiene establecimientos, tecnología de muy alta calidad y personal muy preparado. La capacidad de reacción fue inmediata, tiene uno de los laboratorios de más calidad en la región y en el mundo, y fue el primer país en implementar el algoritmo para el diagnóstico completo. Capacidad tiene, es cuestión de organización y reorganización en los servicios ante una situación como esta y es ahí donde vamos a ver cómo responde al Escenario 3 en las semanas que vienen”.

Hemos atestiguado que ningún gobierno del mundo –ni el autoritarismo chino, vaya– puede sólo frente a este virus. A punto del escalamiento de casos, la OMS nos está devolviendo el balón: México está preparado, pero debe organizarse y adecuar la respuesta cuando finalmente llegue la tempestad.

En la nueva etapa de esta crisis sin instructivo se requerirá que por una vez en estos dos años dejemos de quemar pólvora en infiernitos de descalificaciones mutuas y estériles.

Quienes saben de salud dicen que el gobierno ha hecho la tarea. Por el bien de todos, pensemos cómo contribuir a la “reorganización” de los recursos médicos, económicos, logísticos, materiales y hasta de solidaridad cuando en esta tierra se suelte lo peor de la pandemia. ¡Ya, weyes, démonos cuenta!

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