Las víctimas silenciosas de las balas perdidas

Hendrik veía una película en el cine con su hermana y su padre cuando una bala lo alcanzó. No se trató de un enfrentamiento dentro del complejo, sino una bala perdida que entró por el techo. 2 días después falleció por el daño que recibió. Esto sucedió en 2012 en la entonces delegación Iztapalapa.

Lamentablemente no fue el único caso de una muerte accidental por balas perdidas. Este año, Aideé, estudiante del CCCH Oriente, falleció tras ser alcanzada por una bala en la escuela. Las autoridades no lograron determinar de dónde salió la bala y quién fue el responsable.

De acuerdo con el Centro Regional de las Naciones Unidas para la Paz, el Desarme y el Desarrollo en América Latina y el Caribe (UNLIREC), México es el segundo país de la región con más incidentes y víctimas derivados de estos eventos.

México tuvo 116 casos, solamente debajo de los 197 que hubo en Brasil, el país más poblado de América Latina. Con esto, México se situó arriba de Colombia, que tuvo 101; de Venezuela, que tuvo 70, y de Perú, que tuvo 42.

Los 116 incidentes contabilizados en México generaron 132 víctimas: 55 personas muertas y 77 lesionadas. Por edades, 54 de los afectados eran menores —40.9% del total—, 32 eran adultos, 24 eran adultos jóvenes y de 22 no se especificó este rasgo.

En 28% de los casos no se supo de dónde provino la bala perdida, en 16% provino de situaciones de violencia social, en 15% provino del crimen organizado y en 14% provino de los llamados “tiros alegres”, aquellos que se lanzan al aire en algún festejo.

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