Nadia Nadim, deportista nacida en Afganistán, comparte potente mensaje

En un artículo publicado en The Players Tribune la futbolista Nadia Nadim, originaria de Afganistán, habló de su experiencia en aquel país.

A los 12 años huyó de la guerra

Nadia Nadim es futbolista delantera del Racing de Louisville. A los 12 años, ella junto a sus cuatro hermanas y su madre huyeron de Afganistán, su país de origen, luego del asesinato de su padre a manos de los talibanes. Marcharon hacia Pakistán con destino a Londres, sin embargo, el camino las llevó a Dinamarca, país donde pudo continuar con su vida y del que adoptó la nacionalidad.

A temprana edad mostró afición por el fútbol y jugó en el equipo de su zona de residencia. Su entrenador vio su talento y la impulsó a seguir en el deporte. En 2006 firmó su primer contrato como profesional con el IK Skovbakken, con el tiempo se mudó a EEUU y fue miembra de varios equipos hasta ser fichada por el Racing de Louisville.

Además del futbol, hizo estudios en medicina y pretende, una vez retirada del deporte, colaborar en Médicos sin Fronteras ya que su experiencia de vida le formó de una conciencia para apoyar causar sociales.

Todos tenemos una responsabilidad

En el artículo de su autoría “The Outsiders”, Nadia habla sobre la responsabilidad que como humanidad tenemos respecto a la crisis de refugiados; a quienes además de negárseles la entrada a otros países, se les trata con sospecha y prejuicios. Afirma que si bien todos podemos ayudar, de pronto resulta más cómodo permanecer sentados y no hacer nada.

A la pregunta que comúnmente le hacen sobre refugiados que buscan entrar a otras naciones, responde con firmeza:

NADIE dejaría voluntariamente su hogar – sus casas, sus amigos, a sus seres queridos- para ir a un lugar donde incluso podrían no ser aceptados. ¿Quién haría algo así por voluntad propia? ¡NADIE! Son forzados a hacerlo. Algunos huyen literalmente de la guerra.

Menciona que quedarse y pelear no es una opción viable como muchos creen. Ejemplifica con la actual crisis sanitaria por COVID-19 en la que miles de personas corrieron al supermercado a comprar papel de baño: “eso es probablemente como el 0,0001% del peligro que han pasado algunos de estos refugiados”. Para ella, escapar de Afganistán no fue una aventura que haya disfrutado, por el contrario, es algo que no le desea a nadie.

¿Cómo sobrevivir?

“Sabíamos que si nos íbamos, cualquier cosa podría pasar. Los Talibanes no permiten a las mujeres ir a la escuela o salir solas. Hay un montón de gente en las calles que podrían secuestrarnos para pedir dinero a nuestro padre por nosotras. Así que siempre obedecimos órdenes. Siempre. En la casa, por supuesto, cada una era rebelde. Pero tan pronto salíamos, sabíamos que aquello era real.”

Relata cómo, lo que llama cultura afgana, influenció en su modo de vida, ya que ciertas costumbres eran asociadas con el nivel socioeconómico y de educación. Su madre, cuenta, aún se altera cuando nota en ella su piel bronceada, ya que en ese tiempo era un indicador de pobreza, porque si -como niño- te daba el sol quería decir que debías que hacer labores porque en casa no había suficiente ingreso.

También recordó cuando aún vivía su padre, un general de la armada afgana llamado Rabani Kha, un hombre con mucha influencia.

“Un día en el 2000, él [su padre] viajó para reunirse con uno de los ministros. A los talibanes no les gustan las personas que tienen mucha influencia y de hecho mucha gente comenzó a desaparecer. Y mi padre fue a esa reunión… bueno, el no volvió.”

Para su madre, el hecho fue claro: había que sobrevivir. “No hay manera de quedarnos aquí, porque ninguna de nosotras permanecerá con vida”. A pesar de no llegar a Londres y quedarse en Dinamarca, después de un viaje peligroso y cansado, recuerda haber pensado que no importaba porque lo valioso es que seguían juntas y estaban a salvo.

También recordó las miradas y los prejuicios sobre ella y otras personas de distintas nacionalidades que estaban en la misma situación.

“Es difícil de explicar, pero básicamente siempre vas a ser visto como un extraño. Es un hecho. Y creo que aplica a muchos refugiados. Si la gente puede elegir entre los suyos y alguien que viene de una zona diferente y que tiene un aspecto distinto o un apellido diferente, se quedarán con lo que conocen. ¿Saben? He sentido eso la mayor parte de los días de mi vida. Mi hermana mayor, Giti, tenía mucho, mucho, mucho talento; técnicamente era mucho mejor jugadora que yo. Pero cuando llegamos a Dinamarca, esta mentalidad de no sentir que pertenecía a ella la derrumbó.”

Un cambio es posible

Por último se dice con esperanza de que cada uno entienda que no sólo es tarea de los políticos, sino de todos tener sentido de compasión. Con pequeños actos de humanidad como una sonrisa, un favor, una comida para alguien que tiene hambre, se puede hacer una enorme diferencia en la vida de la gente.

“Si tienes los recursos y la energía para ayudar, y ves a alguien tirado en el suelo delante de ti, espero que le extiendas la mano. Porque al final, lo que nos hace humanos no es el dinero. No es la comodidad. No, no. Es nuestra capacidad de entender el sufrimiento de otros seres humanos.”

Tomado de “The Outsiders”, Nadia Nadim para The Players Tribune.

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